El sábado 17 de noviembre, el director holandés Rosto estuvo en La Cabina presentándonos su mediometraje de animación El monstruo de Nix. Tras la proyección, tuvimos ocasión de participar en un coloquio en el que, de forma informal y cercana, nos estuvo contando que los personajes de este tenebroso cuento forman parte de su universo personal. Sus personajes son proyecciones de su propio mundo real, donde además vierte muchas características de su propia personalidad. Nos explicó que para él los propios Langeman existen, y que su nombre proviene de su gusto por jugar con las palabras holandesas pronunciándolas al estilo inglés. Además, señaló que muchas de las características físicas de los Langeman las sacó de sí mismo.

Rosto, en una distendida charla con sofá y vino

También nos explicó la técnica de animación que utilizó para los personajes (distinta en cada uno). Por ejemplo, el personaje protagonista, Willy, estaba inspirado principalmente en su hijo Max, no sólo en el largo pelo rubio y los ojos azules, sino también en muchas cosas de su propia personalidad. Para animarlo utilizó un croma, donde se grabaron los movimientos del personaje de forma real, aunque tuvieron que crear para ello una cabeza gigante que colocaron sobre la niña que hacía del papel de Willy. Después incorporaron en 3D los gestos y expresiones faciales sobre el rostro del personaje. La gestualización y movimientos expresivos los copiaron de los del propio rostro de Max. Para construir este personaje no sólo emplearon muchas horas de práctica y ensayo, dado que la cabeza pesaba alrededor de 4 kilos, sino que había una persona encargada exclusivamente del mantenimiento de dicha cabeza. “Las cosas que no se ven son las cosas que más cuestan” contó el director holandés.

Aunque Rosto no es un gran aficionado del género musical, para él la música es la madre de todas las artes. No concibe la creación cinematográfica desligada de la música, y se inspira en ella como elemento narrativo de sus historias, hasta el punto de que una música puede inspirarle una escena o viceversa. Rosto considera la música el arte primordial, capaz de arrancarte una lágrima desde lo más profundo de tus emociones sin tener por qué justificarla. De ahí que la música y la narración cinematográfica vayan unidas y no sea capaz de imaginarlas por separado. Por eso, en El monstruo de Nix, los coros y la música generan una simbiosis con la narración de la propia historia.

Respecto a las voces de los personajes, no tenía duda respecto a que Terry Gilliam y Tom Waits, tanto por su calidad humana como profesional, eran perfectos para sus personajes. De hecho grabaron primero las voces y después realizaron la animación. Terry Gilliam no tardó un segundo en aceptar este reto, en el que además debía mostrar su calidad vocal cantando. Rosto contó varias anécdotas muy divertidas de la grabación con Gilliam, con quien comentó que fue muy divertido grabar. Con respecto a Tom Waits, tenía claro que lo quería para su personaje de Virgil. Los matices de su peculiar voz lo hacían perfecto para el papel. Tanto es así que cuando el personaje de Virgil aparece en otra de sus historias (aunque con forma humana y no de golondrina), la persona que pone la voz, se inspira en la del propio Tom Waits.

Rosto y Carlos Madrid

Rosto también nos explicó las dificultades que entraña el hecho de crear una historia con este tipo de formato, ya que muchos lo consideran un riesgo demasiado grande y una inversión que supone más pérdidas que ganancias. De hecho le instaron a realizar un largometraje porque lo consideraban menos arriesgado. Pero las historias deben contarse tal como sea necesario hacerlo, independientemente de si su duración alcanza un metraje u otro. Por ello se mostró contento y agradecido de que existiera un Festival como La Cabina donde este tipo de historias a medio camino entre el cortometraje y el largometraje tuvieran cabida y reconocimiento.

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