|Carlos Madrid

Este año la coyuntura me ha permitido pasar una semana en Cannes durante el festival con todo lo que ello permite: ver más películas que la edición anterior, conocer el festival en más aspectos y (por fin) asistir a las famosas fiestas de la Croissette, asignatura que quedó pendiente el año pasado.

Entre los largometrajes que pude ver, no me resisto a hablar de La grande belleza, la última genialidad de Paolo Sorrentino

La gran belleza

Sorrentino es un tipo con talento y gran personalidad narrativa. Con Il divo asombró al público con una película biográfica y sin apenas argumento. Con La gran belleza (La grande bellezza) lo ha vuelto a hacer, y con un estilo tan llamativo como poderoso. Con respecto al continente, utiliza efectos de grúa y dota de majestuosidad a las situaciones que describe por las vías más insólitas. En cuanto al contenido, traza pinceladas del absurdo humano de personajes anexos al protagonista, se mete en grandes (y caras) fiestas y gusta de retratar a gente en la cima, con poder, con dinero y no necesariamente con clase.

La gran belleza

La gran belleza

El periodista que protagonista la cinta, Jep Gambardella (otra vez un extraordinario Toni Servillo) deambula por las calles de Roma, acude a fiestas, interactúa, entrevista, duda, seduce, visita, reflexiona… No hay más que unas escenas sin conexión, pero que nos transmiten todo un tratado vital, casi filosófico, envuelto en una escenografía tan apabullante, misteriosa y mágica como la ciudad de Roma.

No he dejado de leer que la película bebe del cine de Fellini (y describiendo la película así, cabría pensarlo), pero es una comparación bastante injusta y reduccionista. Sorrentino está demostrando ser un cineasta personal, moderno y con nuevo contenido en el tintero. Y sus personajes, situaciones, aforismos y delirios visuales anclan al espectador de una forma verdaderamente innovadora. Las comparaciones, una vez más, son odiosas.

Borgman

Unos vagabundos huyen por la fuerza de un pueblo donde suponemos que han delinquido y llegan a una casa habitada por una familia de clase alta con nanny inglesa. La banda de presuntos delincuentes (la calidad de ‘presuntos’ pronto se diluye) se introduce subrepticiamente en la rutina de la familia con la intención de sembrar la duda y la desesperación y de socavar su aparentemente correcto estilo de vida.

Borgman

Borgman

Ciertas situaciones llevan a una reflexión sobre qué es o qué significa esta banda de intrusos, sobre el miedo a perder lo conseguido en una familia que no tarda en ser víctima de la crisis; además, nos da que pensar en qué otros tipos de crisis andamos metidos. El holandés Alex van Warmerdam consigue no sin incertidumbre que nos planteemos este tipo de cuestiones en una película más contemporánea de lo que parece en un principio.

Semana de la crítica

Este año, además de las principales secciones, he podido acercarme a la Semana de la Crítica y ver buenas propuestas como la francesa Nuestros héroes han muerto esta noche (Nos héros sont morts ce soir, David Perrault) y la rusa El comandante (The major, Yury Bykov). También ha habido sitio para los mediometrajes: la semana de la crítica ha estrenado la interesante Océan, del francés Emmanuel Laborie (quien presentó en La cabina 2011 Jean-Luc el perseguido) y Come and Play (Daria Belova), que resultó premiado.

3X3D

La Semana de la Crítica fue clausurada por 3X3D, una película en tres dimensiones con tres capítulos dirigidos por Peter Greenaway, Jean-Luc Godard y Edgar Pêra.

3X3D

3X3D

Ataviados con gafas de 3D, vimos cómo Greenaway, en el primer episodio, ofrecía una onírica visita a la ciudad portuguesa de Guimarães. Hay que reconocerlo, el contenido de las voice over y los textos sobreimpresos estaban sacados de la primera guía histórica de la ciudad que encontró y recitados palabra por palabra; pero eso no desmerece el resultado total: un recorrido por varias épocas de la ciudad con un continuo travelling, una música envolvente y unas imágenes sublimes, atractivas y cautivadoras. Una vez más, Greenaway supedita el contenido a la estética, pero es tan amplio y rico su espectro que hace que le quitemos importancia a todo lo demás.

Los delirios de Godard (una vez más con una propuesta textual en voice over densa y con fáciles juegos de deconstrucción de palabras) y sus imágenes pretendidamente chocantes en consonancia con lo que hace en los últimos 30 años, dejó, al menos en mí, un desagrado casi igual que el delirio pedante y ¿creativo? Del portugués Edgard Pêra. En fin, pese a no tener un buen balance, la parte de Greenaway y la presencia de éste en la sala para presentarla bien valieron acudir a la sesión.

Salas limitadas…

Mencionaré el único apunte negativo de esta edición -y supongo, de anteriores-: La afluencia masiva de acreditados (35.000) deja a muchos de ellos sin poder ver películas tras hacer colas de dos horas para nada. A mí me ocurrió con La vie d’Adèle, que un par de días más tarde se alzaría con la Palma de Oro. Primar a la prensa es lo natural; no proporcionar más salas donde quepan todos los profesionales acreditados no lo es tanto. Pese a la grandeza del Palacio de los Festivales, la organización debería ir pensando en proporcionar más salas a los asistentes. Al fin y al cabo, serán ellos quienes recomienden en sus ciudades de origen las películas que vieron en Cannes en lugar de quejarse por hacer colas inútiles.

Muchos Cannes

Cada año aumenta el número de acreditados, de celebrities y de opciones de vivir el festival. Cada cual se crea un recorrido propio, muchos son los que van ‘a ver famosos’, otros buscan una sección concreta para devorar todas sus películas, otros van intentar que hagan caso a su corto en la Short Film Corner, otros compran derechos de distribución, otros los venden, otros van a conseguir financiación para su siguiente película, muchos van a dejarse ver… y en todo caso, y pese a todo el dress code de ciertos sitios, pese a la vanidad y la apariencia, me alegra comprobar una vez más que lo que realmente importa en el festival SÍ que es el cine. Cierta película causa sensación en un momento dado, llueven recomendaciones e invitaciones para ésta o aquella sesión, se descubren talentos y nuevos lenguajes. Es abrumador no poder llegar a todo en tan pocos días, pero me llevo la sensación de que varias proyecciones a las que asistido valían el viaje por sí solas.

Ha sido un placer volver y espero seguir volviendo.