Treinta y seis ediciones.
Sólo este dato bastaría para elogiar al festival por antonomasia del cortometraje internacional. Pero es que, como casi primerizo que soy, sigo experimentando una gran envidia sana al ver cómo un festival llena todas sus salas, todos los días, a todas horas.
Al oír todos los idiomas imaginables, y no sólo en el mercado de cine –que es lo suyo- sino en las colas de las proyecciones.
Al ver que, con sus más y sus menos, el panorama internacional mantiene alto el listón del año anterior y que le permite a uno descubrir las joyas que van a recorrer festivales, televisiones y muchos canales online durante el resto del año.
Recordemos que Antes que perderlo todo (Avant que de tout perdre, Xavier legrand), estrenada aquí, fue seleccionada en la última edición de La Cabina y, tras recibir premios en un sinfín de festivales, ahora es candidata al Oscar, como lo es también The Voorman problem, de la que hablamos aquí el año pasado.
Cortos
Este año, en la sección internacional hemos podido ver pequeñas joyas como La lampe au beurre de Yak (Hu Wei, China), curioso ejercicio fílmico que une a muchos personajes con diversos panoramas de fondo sin mover la cámara del sitio. Un fotógrafo se dedica simplemente a hacer su trabajo en un estudio que monta en un pueblo del Tíbet. Los habitantes ponen el resto. Y lo que podría ser una especie de documental de ficción se convierte en una comedia naturalista y redonda.
También La carretera (Doroga. Max Ksjonda, Ucrania) atrae como un imán desde el primer minuto. Unos niños idean la manera de hacer que uno de ellos viaje gratis para ver a su padre. No se trata de esconderse en ninguna maleta ni en el portaequipajes de un autobús. Enganchar una silla de ruedas a la parte trasera de un camión es una idea como cualquier otra. Y parece que funciona. El autor mantiene la tensión en la acción del movimiento, pero también en las palabras que el joven protagonista cruza con su padre, que ha fundado otra familia y no quiere saber nada de él.
Por otra parte, el alemán Rinoceronte al galope (Nashorn im Galop. Erik Schmitt, Alemania) cuenta un chico-conoce-chica con diversos lenguajes, la animación de carteles en stop-motion entre ellos. Una obra fresca y vitalista. Una invitación a la creatividad y al atrevimiento.
Bienvenido (Welkom. Pablo Munoz Gomez, Bélgica) es una crítica mordaz y sin ambages a la situación de “incomunicación” creada por los conflictos lingüísticos y nacionalistas en Bélgica. Un trámite administrativo en un terreno fronterizo con la región de Flandes obliga a su protagonista a aprender flamenco, lo cual provoca situaciones tan absurdas como la situación que critica.
Y hablando de absurdidad, Metube: August sings Carmen Habanera (Daniel Moshel, Austria) es un alocadísimo corto-videoclip que hace del exceso su principal virtud. No se ahorra elementos, personajes, paisaje humano, coros ni modificaciones a la celebérrima habanera del Carmen de Bizet. Cualquier elemento incoherente es bienvenido.
Podéis verlo entero aquí.
En la sección francesa, destaca Los perros (Les chiens), dirigido por la joven Angèle Chiodo con el apoyo de la prometedora productora Ikki Films. Una conversación trivial mientras dos jóvenes pasean a sus respectivos perros se torna un drama con tintes cómicos cuando ella, por recomendación de él, suelta a su perro y éste se va para no volver. El acierto en los diálogos, lo verosímil de las reacciones y el apunte surrealista de un Papá Noël vagabundo que se pasea por la zona son tres bazas importantes de este cortometraje.
Mediometrajes
En la sección de películas de más de 30 minutos, en la que nos hemos fijado bien por razones obvias, nos hemos llevado la sorpresa de ver en la selección oficial a Todo lo que no puedes dejar atrás. Seleccionado en La Cabina 2013, este drama ha sido incluido en la selección francesa de este año. Nos alegramos por su director Nicolas Lasnibat.
Mencionamos aquí otros mediometrajes destacados:
Desconocido (Namo. Salah Salehi, Irán) trata, como el citado Welkom, de un problema administrativo que hay que resolver cuanto antes; pero en lugar de burocracia o nacionalismos, aquí son la religión y las tradiciones las que impiden que los protagonistas lleven a cabo su misión, ni más ni menos que el entierro de un terrorista suicida. Esta última condición del cadáver va a poner las cosas difíciles…
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Les jours d’avant (Karim Moussaoui, Argelia) se centra en varios sucesos de la guerra civil argelina de los noventa en una pequeña localidad. Los protagonistas van al instituto, y su mayor preocupación es ir a una fiesta y las consecuencias que esto tendrá con respecto a sus padres. Por su edad y su lejanía a la ciudad, la guerra y los asesinatos que se llevan a cabo en el país deberían serles ajenos…
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Pride (Pavel Vesnakiv, Bulgaria Alemania). Quizá con una primera escena más larga de lo necesario, este mediometraje de conversaciones y reproches familiares tiene varios puntos a su favor: una gran interpretación del personaje del abuelo, unos giros en su monólogo y una relativización de la importancia de los problemas de familia.
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A living soul (Henry Moore Selder, Suecia). Un accidente. De un cuerpo no sobrevive ninguno de sus órganos… excepto el cerebro. Un órgano que, en buenas manos, puede comunicar, oír, replicar e incluso tener sentimientos. Ver este mediometraje sueco es un placer constante. Esconde sorpresas a cada minuto y desarrolla todas las posibilidades que ofrece este punto de partida haciendo gala de una gran imaginación.
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Así pues, un buen puñado de programas, tanto internacionales como franceses, además de las sesiones experimentales (Programa Labo) como la retrospectiva de cortos estadounidenses. El festival de Clermont sigue en plena forma. Y la manera de crear un público tan fiel y numeroso deseoso de ver cada año lo mejor del cortometraje no sólo es admirable y envidiable; es un ejemplo a seguir cuanto antes por multitud de festivales.
Y el palmarés, aquí.