El italiano Antonio Martino llega a la XIV edición de La Cabina con ‘Valentin, Son Of Europe’, película con la que participa en la selección de mediometrajes de Amalgama. Su proyecto, la segunda parte del documental ‘Gara de Nord-Copii pe strada’ (2006), recupera la historia de Valentin, un joven rumano que ya aparecía en aquella primera entrega (entonces, niño sin hogar). Sin embargo, por poderoso que suene (y es), ‘Valentin, Son Of Europe’ sólo es uno de los proyectos que han llevado a Martino mucho más cerca del límite que a cualquier otra persona.

 

Él mismo hace referencia en su presentación a sus “profundas preocupaciones sobre los cambios sociales y antropológicos”. Que la pomposidad académica de esta frase no nos engañe: Martino es un hombre que pisa el suelo y respira el aire de todos y cada uno de esos cambios. Hay cierto aire de corresponsal kamikaze en sus trabajos. Como el de ‘The Black Sheep’, en el que Martino se desplazó hasta Libia para contar la historia de Ausman: un pacifista que luchó en la revolución libia y en un conflicto armado que se extiende en el tiempo desde 2011. “No hay fronteras, no hay gobierno y no hay leyes. Veo a mi gente matarse unos a otros, caos por todas partes”, explica el protagonista del documental. Y ahí está Martino.

Algo similar sucede con su otro mediometraje en Libia. ‘Abu Salim: Freedom Is Not Cheap’ vuelve a desarrollarse en Libia, en 2016, tres años después de la caída del régimen de Gaddafi. Martino acompaña a tres antiguos presos de la cárcel de máxima seguridad de Abu Salim, que llevan a sus hijos al lugar en el que estuvieron encerrados años atrás. Otro proyecto, además, que el realizador italiano saca adelante sin ayuda lejos de su casa: él es el director, productor, editor y cámara.

Cuatro años antes ya había sido él quien se había encargado de dirigir y recoger las imágenes en ‘Isqat Al Nizam’ (2012), un documental alrededor de la llamada Primavera Siria grabado sobre el terreno. Entonces, la pieza hablaba de la esperanza de que la familia de Bashar al-Assad se retirara para poder emprender el camino de la paz… A día de hoy el conflicto ha cumplido ya más de una década, lo que habla del peligro que supone documentar cualquier tipo de resistencia en Siria.

 

 

No tan peligroso como remoto debió de ser la estancia en Uzbekistán para la grabación de ‘Be Water, My Friend’ (2008). Martino se desplazó hasta el pueblo de Muynag, situado a lo que en un tiempo fue las orillas del Mar de Aral; el lago, que en la actualidad se ha reducido hasta un 10% de su extensión original, era el principal sustento de los habitantes de un ya abandonado Muynag. Antonio Martino documentó, junto a los pescadores uzbekos, el drama de uno de los mayores desastres medioambientales de los últimos 100 años.