Thibaut Piotrowski presenta Feux por primera vez en España tras haber recorrido ya festivales como el Rome Independent Film Festival y la última edición del Clermont-Ferrand, donde obtuvo la mención especial del jurado.

El hecho de que se trate de una autoproducción, nos comenta que tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por un lado permite una libertad creativa sin limitaciones, lo que segura una autenticidad mayor en la realización de la película. Por el otro, el trabajo de montaje resulta más extenso por la cantidad de material acumulado y la necesidad de combinarlo para conseguir coherencia en la historia. En determinados momentos necesitó incluso cierto distanciamiento del proyecto para poder verlo desde fuera y conseguir encontrar el equilibrio que la narración necesitaba. Es por ello que pese a que las escenas con diálogos en principio eran más, en el proceso de selección de material se dio cuenta de que las imágenes contaban la historia en algunos momentos mejor que las propias palabras.

Cuando le preguntaron acerca del formato poco comercial del mediometraje, Piotrowski no dudó en afirmar que cada historia precisa sus tiempos, y que alargarlo sólo porque el formato establecido imponga un metraje mínimo, limita en exceso la veracidad de las historias en el tiempo real en que han sido concebidas. Para él “hay algo universal en el lenguaje cinematográfico”.

Feux fue pensada en blanco y negro, dado que la ausencia de color es una forma expresiva que le permite no tener una connotación de época concreta, y poder jugar con la imaginación y la realidad en una miscelánea en algunos momentos indiferenciable. Con ello genera una ambigüedad a través de la cual amplifica la imaginación y crea una coherencia narrativa. Del mismo modo no es casual el uso de escenas mudas, ya que en su exploración de las diferentes expresiones artísticas del cine, esta forma de narrar con imágenes, permite mayor conexión con la historia. “Las palabras pueden resultar redundantes”, nos cuenta el director, por lo que la simplicidad de expresión le permite una comunicación sin diálogos innecesarios.

Thibaut aprendió a hacer cine del cine, como apasionado del mismo y de forma autodidacta. Para él es una forma de arte que como disciplina no considera muy lejana de la ciencia que estudió. Es por ello que en esta fábula sobre la infancia, explora diferentes formatos cinematográficos para sumergimos en una atmósfera vanguardista llena de delirios imaginativos.